La sabiduría tolteca trata de sanar con el espíritu, y los practicantes toltecas sirven como una extensión de la divina Madre Tierra. El fuego interior está ahí para protegernos de nosotros mismos. Sigue ese fuego. Los toltecas de hoy han evolucionado a medida que el mundo ha evolucionado: se mantienen vivos no por una fe ciega que repite creencias tradicionales, sino por cómo el mundo está soñando en este momento. Hay muchos desafíos que desaprender. Tolteca es un antiguo sentido común donde se conoce la verdad. Es una autopsia de la ilusión de hoy.

Don José habla de dos tipos de conciencia: la conciencia personal—un sueño personal—y la conciencia impersonal, un campo de interacción que incluye toda la vida en la Tierra y toda la vida en el cosmos. “Tenemos el máximo respeto por la danza suprema del desapego, que baila con el ángel de la muerte en la música de la vida. Y a partir de este punto vivimos con gratitud, no con miedo a aferrarnos y extrañar todo lo que nos rodea."